Más allá del aula: La Investigación formativa como motor del pensamiento crítico y la empleabilidad profesional

La investigación formativa

La Investigación Formativa (IF) se consolida como un eje fundamental en la educación superior, trascendiendo más allá de la adquisición de conocimientos se enfoca en la formación de profesionales capaces de identificar y resolver problemas no resueltos en su entorno laboral. Este enfoque estratégico, potenciado por iniciativas como los Semilleros de Investigación (SI), desarrolla en los estudiantes un conjunto de competencias investigativas y transversales esenciales, garantizando un aprendizaje continuo y una adaptación efectiva a los desafíos del mundo profesional moderno.

Las 4 Dimensiones de la Competencia Investigativa

1. Elaboración Intelectual

Capacidad para formular y delimitar problemas de investigación, evaluar críticamente la literatura científica y construir marcos referenciales coherentes.

2. Metodológicas

Dominio de técnicas de recolección y análisis de datos (cuantitativos y cualitativos), y selección rigurosa de diseños de investigación.

3. Comunicativas y Rigor

Habilidad para interpretar resultados, redactar informes académicos (siguiendo normas APA/Vancouver) y fundamentar la credibilidad de las conclusiones.

4. Transversales

Desarrollo del Pensamiento Crítico, Autonomía, Capacidad de Adaptación y Habilidades de Colaboración esenciales para el entorno laboral..

Competencias Clave: Del Problema a la Solución Científica

La participación activa en procesos de investigación desarrolla en los estudiantes una serie de capacidades que van desde la elaboración intelectual hasta el rigor científico. En la dimensión intelectual, los estudiantes aprenden a detectar áreas de interés y a formular y delimitar un problema de investigación de manera coherente, sustentando su trabajo en la evaluación crítica de la literatura científica existente. Esto sienta las bases para el pensamiento crítico y analítico, habilidades que permiten ir más allá de la memorización y evaluar la evidencia con rigor.

La fase práctica se cimienta en las competencias metodológicas, que son decisivas para la confiabilidad de cualquier estudio. Los alumnos adquieren la habilidad de especificar el tipo de investigación (diseño, enfoque y alcance), seleccionar la muestra y desarrollar o determinar las técnicas apropiadas para la recolección y análisis de datos, incluyendo métodos cualitativos, cuantitativos o mixtos. Este dominio metodológico permite a los futuros profesionales no solo consumir conocimiento, sino también generarlo y aplicarlo en su ejercicio profesional y social, articulando de manera inmediata la teoría con la práctica.

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